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miércoles, 2 de diciembre de 2009

La sumisa del Amo herrero


Se cuenta la historia de una mujer que, después de una juventud llena de dudas e inquietudes, conoció a un Dominante y decidió entregarse plenamente a su voluntad, convencida de que Él era el Amo que había buscado toda su vida... su Amo.

Durante muchos años trabajó con ahínco, obedeciendo fielmente, sumisa, pero a pesar de toda su dedicación, nada perecía andar bien en su vida, más bien al contrario, sus problemas y sus dudas se acumulaban día a día.

Una hermosa tarde, una amiga que la visitaba, y que sentía compasión por su difícil situación, le comentó: "Realmente es muy extraño que justamente después de haber decidido entregar tu voluntad a tu Amo, tu vida haya comenzado a empeorar. No deseo debilitar tu alma sumisa, pero a pesar de tus tendencias y de tu entrega, nada parece haber mejorado en ti."

La mujer no respondió enseguida, ella ya había pensando en eso muchas veces, sin entender al principio lo que acontecía con su vida, sin embargo, como no deseaba dejar a su amiga sin respuesta, comenzó a hablar, y terminó por darle la explicación que su amiga buscaba, aunque supiera que no iba a ser capaz de entenderla.

Le dijo: "Sabes que mi Amo es un herrero. En Su taller recibe el acero aún sin trabajar, y Él debe transformarlo en espadas. ¿Sabes tú cómo se hace esto?... Primero calienta la chapa de acero a un calor infernal, hasta que se pone al rojo vivo. Enseguida, sin ninguna piedad, toma el martillo más pesado y le aplica varios golpes, hasta que la pieza adquiere la forma deseada, luego la sumerge en un balde de agua fría, y el taller entero se llena con el ruido y el vapor, porque la pieza estalla y grita a causa del violento cambio de temperatura. Tiene que repetir este proceso hasta obtener la espada perfecta, pues una sola vez no es suficiente".

La mujer hizo una larga pausa, y siguió: "A veces, el acero que llega a Sus manos no logra soportar este tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría terminan por llenarlo de rajaduras. En ese momento, Él se da cuenta de que jamás se transformará en una buena hoja de espada y entonces, simplemente, lo deja en la montaña de hierro viejo que puedes ver a la entrada de Su herrería".

Hizo otra pausa más, y terminó... "Sé que mi Amo me está colocando en el fuego de las aflicciones y de las dudas. Acepto los martillazos que Él me da, y a veces me siento tan fría e insensible como el agua que hace sufrir al acero. Pero la única cosa que pienso es: mi Amo, por favor, no desistas, hasta que yo consiga tomar la forma que Tú esperas de mi. Inténtalo de la manera que Te parezca mejor, por el tiempo que Tú quieras, pero por favor, te lo suplico... nunca me pongas en la montaña de hierro viejo de las almas sumisas"...



Tomado de un rincon especial
http://elrenacerdemavie.blogspot.com/2009/09/la-sumisa-del-amo-herrero.html

4 comentarios:

VenusLuna dijo...

Que bello... expresa la ilusión de toda sumisa... que no quiere ser desechada por su Amo, sino que quiere convertirse en su mayor obra de arte... y resiste todo por Él y para Él... para ser exhibida con orgullo algún día...

Perfecta "parábola"...

Amo Dark dijo...

La ilusión de cualquier sumisa debe ser convertirse en el mayor orgullo para su Amo, y la de cualquier Amo debe ser modelar a su sumisa hasta conseguir que ella se sienta tan orgullosa de sí misma como lo está Él de ella.

Un saludo desde el rincón especial.

Siempre es un placer pasar por aquí.

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alexia {All} dijo...

Que bonita lección tiene este texto..
Cuantas veces me he sentido tan débil para resistir la voluntad y el poder de mi Amo, es ahora después de mucho tiempo que comprendo que su constancia, su manera de ser tan estricta y valiente, me demuestra que mi único deseo es seguir insistiendo en doblegarme, moldear y ofrecerle todo cuanto soy, un besito desde mi orilla.

carmesí dijo...

¡Hermosísimo! he quedado casi sin palabras.
Es el sueño de toda sumisa.
Un beso