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martes, 28 de abril de 2009

Mi propia Montaña Rusa....

El sábado fue un día sumamente especial en mi vida. Digamos que me monté en mi montaña rusa personal… y disfrute del vértigo, las subidas, las bajadas, la velocidad y el momento final donde se detuvo y volví a tierra.
Más allá de cosas específicas que pude hacer, ha significado mucho por la cantidad de cosas que pude descubrir, por el color que le ha dado a mi historia, por hacerme entender que soy afortunada y que soy feliz.
Lo mejor de todo?
Convencerme que tengo el Amo adecuado y reafirmar que éste es mi camino.
Que la mejor realidad no está en la otra orilla de la vida, que la mejor de todas es la que vivo, la que me permite sentirme, descubrirme y sonreírme.
El no estuvo presente ese día, sin embargo lo descubrí en cada paso que daba, en cada sensación de mi cuerpo, en cada orgasmo que viví en su ausencia, porque aún ausente fueron suyos. Estuvo en el punto más alto de la montaña rusa cuando iba a gran velocidad casi volando por encima de la vida y de repente se detuvo… Y yo sabia que luego de esa “calma” venía la caída, directa e inevitable… Y esperaba ansiosa que también estuviera allí.
Siento que El es el equilibrio perfecto entre las cosas que quiero y las que necesito. Es mi gravedad… Por eso es tan importante.
Alguna vez pensé que si el hombre de mi vida me pedía dejar este camino, no miraría para los lados, no dudaría en dejar esta historia atrás, para poder entregarme y amarlo sin límites.
Hoy reconozco que estaba equivocada, no puedo amar sin límites si para eso debo renunciar a una parte de mí. No podría amar con la conciencia de enterrar mi sumisión.
Y entonces entiendo que el amor verdadero jamás me pediría dejar este camino, si no pudiese caminarlo conmigo entonces me dejaría libre y por eso una parte de mi siempre sería suya.
Ambos continuaríamos viviendo sin que nuestros pasos vayan juntos, eso no significaría vivir incompleto, sino en la libertad del Amor. No caminaría a su lado es cierto, pero al mirarme al espejo sonreiría… porque la mano que me guía es la mejor de todas, porque el camino que he elegido me plena, y mi Amo me complementa en deseos, en aprendizaje, en cariño y en realidad.
Mi Amo me permite ser libre al entregarme a El, me permite ser Suya al confesarle mis secretos, mis deseos mas oscuros, me permite ser amiga al conversar con El mis problemas cotidianos y aun mas Suya cuando podemos reírnos, sigo siendo suya al hablar de cine, o al discutir de política porque El se hace presente en todas las facetas.
Mi Amo es una realidad que vivo intensamente. Y mi entrega no es un juego, no es una etapa ni es una fantasía, no es un guión que vamos actuando, ni es la historia de un libro escrito a la medida.
Hace un par de entradas escribí que muchas veces sentía que la conciencia de mi entrega Le generaba dudas, ahora se que las dudas no eran solo de El, también eran mías.
Tenía miedo de descubrir que su collar era una realidad, de ver que mi entrega no era algo que yo controlaba, porque no quería descubrirme entregada a alguien que solo necesitaba una cómplice. Ni quería verme entregada a medias a un Amo que necesitaba una sumisa completa.
Pero pasó, la realidad de mi entrega se convirtió en algo palpable y lo hizo de la forma que jamás imaginé, en el día menos esperado y sin Su presencia a mi lado. De la forma más definitiva.
Me asusté, realmente me aterré… Tomé conciencia que venia la caída, que la montaña rusa bajaría de forma inevitable y me haría sumergirme en lo desconocido. En ese momento, a esa altura, no había marcha atrás.
Era una niña en lo alto de la montaña rusa de la vida, asustada y ansiosa. Quizás era mas seguro quedarse allí sentada mirando el paisaje desde las alturas…
Pero cerré mis ojos y me abandoné a la caída, experimenté la brisa, el viento chocando con mi cuerpo, mi estómago encogiéndose hasta el tamaño de un alfiler y la sonrisa que se dibujaba en mi rostro…

Y llegué a tierra…
Con una sonrisa de felicidad que no lograba borrar de mi rostro… Fue real?? Me pregunté un montón de veces… Sí, ese viaje, esa montaña rusa fue real.
Y mis descubrimientos también.
Ahora, de vuelta a la calma, recuerdo con felicidad cada instante desde que dudosa veía la montaña rusa frente a mi, y respiro tranquila cuando entiendo que no soy una sumisa perfecta pero que a pesar de mis “inconsistencias” no hay nada mas real que mis deseos de servir a mi Amo y entregarme para permitirLe ser El.
Que no vivo mi sumisión a medias, que no tengo horario para ser suya, ni reglas, ni excepciones.
Soy Suya Amo…
Y nunca, podré expresar claramente como se siente eso, pero me encanta.

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